viernes, 12 de abril de 2024

Algunos apuntes sobre el proyecto puerto de Chancay

 

Con el mega puerto de Chancay el Perú está ingresando a las grandes ligas del transporte marítimo y al selecto club de los países con uno de los sistemas portuarios más importantes del mundo. En este primer post haremos una introducción muy general a este proyecto muy importante.

El mega puerto de Chancay es lo que se conoce como una infraestructura crítica, La infraestructura crítica se refiere a los sistemas, instalaciones y activos que son vitales para el funcionamiento de la sociedad y la economía.

Estas infraestructuras se consideran esenciales porque su interrupción afectaría la seguridad o la salud pública, y la estabilidad económica. La infraestructura crítica incluye componentes físicos y virtuales que están interconectados y que son interdependientes. Por tanto un puerto de las dimensiones de Chancay es una infraestructura crítica y a la vez un sistema complejo de ingeniería.

Es un sistema complejo de ingeniería porque encaja en la definición que hiciera el MIT señalando que estos sistemas involucran tecnología, aspectos sociales, complejidades como la política o la interacción de la sociedad y producen propiedades emergentes que no son sino reacciones que no pueden ser anticipadas ni simuladas. 

Un proyecto de esta índole require de acciones especiales. Como tal requiere que se trabaje, que se invierta en una serie de proyectos complementarios o adicionales.

En primer lugar una infraestructura social, es decir colegios, hospitales, centros de recreación, comisarías que brinden servicios esenciales a la población efectiva y flotante.

También se va a requerir de una infraestructura económica, es decir bancos, edificios de oficinas, centros comerciales, hoteles, almacenes para proveer de servicios a múltiples actividades económicas.

Se requerirá también de infraestructura dura como carreteras, auotpistas, puentes y caminos, como infraestructura blanda, software y redes de fibra óptica. Las telecomunicaciones son esenciales.

Y obviamente capital humano. Es vital para el desarrollo de una infraestructura crítica de las dimensiones del Puerto de Chancay. Allí juega un rol importante el tema educativo a cargo de la Región, cuya gobernadora, Dra. Rosa Vásquez ha demostrado en el  ámbito municipal capacidad de gestión en el cargo.

Como ven no se trata solo del puerto. Debemos ver este proyecto con un criterio integral, holístico.

Aquí les dejo dos interesantes videos sobre el tema:

Puerto de Chancay en peligro: ¿Las empresas navieras chilenas se benefician?

El megapuerto de Chancay y la infraestructura crítica


jueves, 4 de abril de 2024

Defendiendo a Dina: la falacia ad hominem

 

Defendiendo a Dina: la falacia ad hominem

Una falacia es, simplemente, un engaño, una mentira, una farsa. La categoría ad hominem significa algo que está dirigido contra el hombre. Una falacia ad hominem es una farsa que ataca al hombre y no a sus argumentos. Busca descalificar al oponente, no yendo contra sus ideas o planteamientos, sino descalificándolo. O, contaminando aún más, buscando desviar la atención hacia el terreno de la amenaza, del hecho catastrófico. Por ejemplo, si alguien defiende un proyecto de ley, en lugar de debatir sobre sus argumentos, se le descalifica llamándolo desordenado, indisciplinado o borracho o, si alguien defiende una propuesta, responder que si se acepta la misma la situación será peor, un desastre. Todo vale con tal de desviar la atención.

La falacia ad hominem se ha convertido en el principal instrumento de batalla de los escuderos de Dina Boluarte. Los que la justifican por todo. Si alguien condena las joyas de la presidenta se le acusa de caviar. Si se dice que la inmoralidad justifica la vacancia presidencial se le sindica como enemigo de la institucionalidad. Si uno osa decir que el clima de deterioro es de tal magnitud que lo mejor para el país es el adelanto de elecciones a uno se le acusa de querer el adelanto “para postular” o ser parte del “eje del mal” o, peor aún, que la situación será peor pues se elegirá a una calamidad.  

Eso sucede porque los defensores de Dina Boluarte no tienen argumentos para ocultar su evidente complicidad. Tienen que recurrir a la falacia ad hominem para poner a la defensiva o desviar la atención de los hechos concretos que abruman a la presidencia. Esos hechos concretos, que son posesión de joyas y relojes por centenas de miles de dólares, cuentas bancarias por millones de soles, incompetencia en la gestión, o indicios de enriquecimiento ilícito tratan de ser desviados atacándose a la persona o dibujando en el futuro escenarios de catástrofe. Uno se convierte en terrorista, golpista, caviar, anti institucionalista, parte del eje del mal o causante de un triunfo electoral antisitema. Obviamente a esta confusión se prestan los diversos medios de comunicación cargados de analistas o abogados que todo lo ven desde el punto de vista teórico o jurídico cuando el problema es eminentemente político.

Soy de los que piensa que lo mejor para el país es el adelanto de elecciones y que la pregunta que debemos plantearnos es si el país podrá resistir dos años y medio más en esta situación. En lo personal pienso que no. El nivel de deterioro será muy grave de llegar al 2026. Y antes de pensar en términos de izquierda o derecha analicemos el asunto con más profundidad y pensemos en relación a la , supervivencia del Estado ahora amenazado por la delincuencia organizada, el narcotráfico y otros graves problemas que afectan a nuestra sociedad. En el 2026 puede ser demasiado tarde. Y la forma como llegue el país a ese año, si es que no se hace nada, será responsabilidad del elenco político, mediático y empresarial actual.

 

Juan Sheput

 

lunes, 12 de febrero de 2024

Encuestas: Dina Boluarte y su premier en problemas de legitimidad

 No tengo dudas que la inexperiencia política de la presidenta Dina Boluarte la hace pensar que se puede gobernar sin mayores problemas, aún teniendo muy bajos niveles de popularidad. No es así. Tener niveles de aporbación popular de 10% (uno de cada diez peruanos la aprueba) o de su premier Alberto Otárola en peor condición con el 8% (uno de cada 12 peruanos lo aprueba) es condenar al gobierno a una crisis de legitimidad. La falta de trayectoria política de Dina Boluarte la hace pensar que eso, la falta de legitimidad, es una cuestión menor. No es la única. Hace unos meses ante la pregunta de un periodista el congresista José Cueto respondió que el nivel de 5% de popularidad que tiene el Congreso "le era indiferente". Lo que no entienden lo que piensan así es que el primer problema que trae la ilegitimidad es que no se reconoce a la autoridad. Es por eso, por ejemplo, que las medidas que pueda tomar la presidenta no sean tomadas en cuenta o que su dimensión política ( y la de su premier Otárola) sea ínfima. basta con ver el rebote de las noticias que originan, mínimo, básico, no proporcional al cargo que ostentan.

En política madura, el premier debe servir de corcho a la presidenta, ayudarla a flotar. Otárola no cumple ese rol. Estoy seguro que se ha constituido un lastre. Su presencia impide que personas de primer nivel acepten el llamado a servir al país desde un ministerio.

Si Dina Boluarte no procede a hacxer cambios de inmediato, la situación de conformidad y complicidad con el Parlamento continuará, dando una sensación de estabilidad, pero lo seguro es que al país le irá muy mal. 

viernes, 6 de mayo de 2022

Plagio y permanente incapacidad moral

 

Sobre la permanente incapacidad moral

Como se sabe una de las causales de vacancia es la “permanente incapacidad moral” en la que puede incurrir el presidente de la República. Los defensores de Pedro Castillo y aquellos a quienes conviene el estado actual de la situación argumentan que esa frase es difícil de aplicar pues no tipifica, no es certera y se “presta a cualquier cosa”. No es así. Veamos por qué.

Lo permanente es lo que permanece. La incapacidad se define desde la falta de entendimiento o inteligencia hasta la falta de preparación o capacidad para entender o hacer algo. La moral, en su cuarta acepción, tiene que ver con aquello que afecta al fuero interno o al respeto humano y no al orden jurídico. Por lo tanto la “permanente incapacidad moral” es la frase que el constituyente redactó para explicarnos que alguien que permanece en un comportamiento incorrecto que, sin pertenecer a la falta jurídica, afecta por su falta de preparación y  respeto a los ciudadanos, puede ser separado del poder porque no es digno de representar al país o jefaturar su Estado.   

Por lo que vemos en estos nueve meses, Pedro Castillo refleja perfectamente lo que el espíritu constituyente quiso sancionar con la separación del poder, de una manera terminal, definitiva. Desde antes de asumir la presidencia, ya desde el momento de ser autoridad electa, Pedro Castillo empezó a mentir. Mintió con el perfil de sus designados a ministros, mintió con los visitantes a la casa de Sarratea en el distrito de Breña, mintió cuando negó a sus conocidos o el conocimiento de los tratos de sus sobrinos, mintió en su relación con Karelím López o Bruno Pacheco, mintió con su tesis de grado de magister.

Como era de esperarse su defensa legal entra en el terreno de lo jurídico señalando que los delitos cometidos por Pedro Castillo han prescrito. Lo importante aquí, porque es el núcleo político, es que no niegan la acusación. Y eso pone en peligro la continuidad del jefe de gobierno porque los hechos señalados y otros, tipifican, demuestran, señalan, un comportamiento incorrecto, mentiroso, inmoral que afectan la correcta marcha del país pues rebajan la autoridad del jefe de Estado, le quitan legitimidad y capacidad de influencia y liderazgo. La falta de autoridad moral impide un correcto manejo del país pues destruye la credibilidad y la confianza.

Al Congreso de la República le corresponde corregir esta situación. No es una cuestión de votos sino del papel que le tocó jugar en este contexto que es histórico por lo grotesco: un presidente que reúne todos los elementos para ser vacado de inmediato y un Congreso que se niega a hacerlo por pequeñísimos intereses. Estamos a tiempo para que las penosas líneas que se vienen escribiendo sobre la historia del Perú de estos días sean corregidas.

 

Juan Sheput

Perdiendo la batalla por no usar las balas

 

Perdiendo la batalla por no usar las balas

No hay nada más absurdo que perder una batalla por ahorrar municiones. O peor aún no usar las municiones pensando en que llegará un mejor momento. El hombre de acción, a decir de Max Weber, sabe usar sus balas pues es capaz de determinar la oportunidad, el momento adecuado, el Kairós de los griegos que, traducido libremente al español, no es otra cosa que el tiempo oportuno y que es atributo de los políticos el poder identificarlo.

Nuestro Congreso se niega a usar sus “balas de plata”. Por eso se envalentona el presidente Pedro Castillo y permite que un personaje menor pero atrevido como Aníbal Torres se pasee a sus anchas con su demagogia simplona y con sus amenazas disparatadas. El Congreso al negarse a censurar a un funcionario que bien lo merece, no solo pierde autoridad y credibilidad sino algo peor: poder. Y un Congreso sin poder es una entidad sin mayor importancia.

Si el Congreso no hubiera permitido que un individuo del nivel moral de Guido Bellido acceda al inmerecido cargo de presidente del Consejo de Ministros el mensaje habría sido dado: el parlamento hará respetar su función, constitucionalmente, así corra peligro su permanencia. Pero no fue así, optó por la debilidad y la “debilidad nunca termina de pagarse”.

En estos momentos el Perú se encuentra entrampado a pesar de haber fórmulas constitucionales para salir del problema. Pero no se ponen en práctica simplemente por que el Congreso piensa en su supervivencia. No existe ese sentido patriótico y así, ponen en peligro la misma supervivencia del Estado. De ello ya se dio cuenta Pedro Castillo, Vladimir Cerrón y los asesores extranjeros que de hecho los rodean. Se han dado cuenta de la pequeñez política de quiénes deben ejercer un control sobre sus acciones, por eso actúan como se les viene en gana.

Tampoco hay realismo y sin él es muy difícil actuar políticamente. Fujimori fue realista cuando en el 2000 renunció por fax y convocó a elecciones. El Congreso elegido en ese año fue igualmente realista y se autodisolvió acortando su mandato. Realistas fueron PPK y Manuel Merino cuando renunciaron y realista fue Vizcarra cuando aceptó el mandato del Congreso que lo vacaba. No son realistas los miembros del actual Congreso que quieren buscar soluciones extrañas ni tampoco lo son los empresarios novatos en política que creen que las elecciones no deben ser generales sino solo presidenciales.

Estamos entrampados pero hay solución. Todo depende que se usen las balas y se ejerza el realismo.

 

Juan Sheput

Artículo publicado en El Montonero 

sábado, 15 de enero de 2022

Cuando insistir es resistir

 

Cuando insistir es resistir

Si alguien tenía dudas sobre la persistencia de este gobierno en convocar a una Asamblea Constituyente, la reacción emocional y en serie de los ministros, ante la casi segura insistencia por parte del Congreso en la autógrafa de ley que pone límites constitucionales al referéndum, debe haberlas disipado.  El gobierno ha reaccionado infantilmente, como un niñito picón, mintiendo, amenazando, haciendo un berrinche, utilizando toda su potencia de fuego en las redes sociales y en algunos medios. Se han sacado la careta, evidenciando su deseo de ir a como dé lugar, a un cambio de Constitución.

Es otra manifestación de la inmoralidad que envuelve a Pedro Castillo. Mientras en diversos foros y eventos pide un retorno de la confianza, él y su entorno insisten en el tema del cambio de Constitución a través del mecanismo de un suprapoder como es la Asamblea. La agenda del gobierno no ha cambiado. Siguen trabajando en su objetivo fundamental, cual es la de perpetuarse en el poder y buscar luego la justificación de la dictadura mediante el mecanismo constitucional. La autógrafa que debe convertirse esta semana en ley con la insistencia del parlamento, es un obstáculo que no estaba en sus planes, de allí la reacción desorbitada del oficialismo.

Lenin decía una y otra vez que “salvo el poder todo es ilusión” y ese parece ser el mantra de este gobierno. Día a día vienen incrementando una legión de empleados públicos muy bien remunerados que, desde el aparato del Estado, se dedican a hacer proselitismo con los fondos presupuestales. Las redes y programas sociales son el vehículo a través del cual se influye en la población, sea a través de ayudas y beneficios o en la formación de opinión. Pasado un corto tiempo la dádiva gubernamental se vuelve fundamental para la supervivencia. De allí a instalar el miedo a la pérdida del beneficio hay un paso. En épocas electorales esta situación es un instrumento valioso para la manipulación.

El otro elemento, que permitirá dar un manejo político a la relación con los ciudadanos, es el nombramiento de prefectos ligados al MOVADEF y a la izquierda radical. Profesores en su mayoría, son gente ideologizada y con oficio político. A pesar de su ligazón con Sendero Luminoso y de lo grave del asunto, esto no parece importar a la mayoría de los parlamentarios. No se censura a un ministro con complejo de culpabilidad. Se le censura cuando es necesario y lo que está pasando en el ministerio del interior así lo amerita.

Pedro Castillo viene avanzando en su agenda gracias a que se lo permite una democracia boba. No es novedad en América Latina. Ya en otros países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, las oposiciones ingenuas y confiadas dejaron que el comunismo internacional avance. Hoy en estos países no se puede regresar a la democracia, pues sufren de una lucha debilitada sufriendo que la mayoría de los líderes opositores se encuentran en la cárcel. Si no reaccionamos cuanto antes todo parecerá indicar que estamos yendo en el mismo camino.

 

Juan Sheput


Artículo publicado en El Reporte 160122

miércoles, 16 de diciembre de 2020

El Sectarismo Político

Si bien es cierto la llamada crispación empezó con el enfrentamiento permanente entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuzcynski, es con Martín Vizcarra que la situación política adquiere niveles de turbulencia que afectaban cualquier tipo de acercamiento.

Martín Vizcarra buscó un enemigo y lo encontró. Primero lo llamó "fujimorismo", luego "aprofujimorismo" y luego, ambos términos, los asoció con el Congreso de la República al que terminó disolviendo (desde mi punto de vista ilegalmente). La necesidad de tener un enemigo visible que le permita antagonizar y ponerlo contra la sociedad, siempre ha sido un objetivo de aquello que llama Fernando Rospigliosi, la "coalición vizcarrista".

Todo ello ha traído como consecuencia que en estos días el país atraviese por un escenario de violencia y polarización social como nunca antes se ha visto. La descalificación del adversario, la mentira permanente, el papel de los medios de comunicación totalmente parcializados, son parte de este esquema.

Es lo que un grupo de intelectuales norteamericanos, quince prominentes miembros de la academia, ha venido en llamar "sectarismo político". Elemento corrosivo que ha llevado a que el acuerdo político sea poco menos que imposible.

¿Cómo ha sido definido este llamado sectarismo?

Según los intelectuales tiene tres elementos capitales:

- La aversión hacia quien piensa distinto. 

- La "otredad", una especie de "los otros contra nosotros".

-La moralización, sentirse dueños de señalar que es lo moral y qué no es moral.

Como podemos observar este fenomeno, el del sectarismo, empleado para definir el comportamiento de Donald Trump calza perfectamente en el ámbito local. Es lo que practican Martín Vizcarra y sus allegados, o quienes ven en el otro, no a un adversario político con el cual se puede llegar a concesiones, cesiones mutuas o acuerdos, sino al enemigo a quien hay que eliminar. Esto ha traído como consecuencia una violencia verbal y física que va a convertir en imposible cualquier posibilidad de sacar adelante reformas, leyes específicas, o cualquier tipo de acuerdo político. 

Para llegar a este nivel de deterioro no se puede ocultar ni soslayar dos fenómenos adicionales. Por una parte el papel que juegan las redes sociales, y en ellas las empresas encargadas de construir "bots" y troles para descalificar al adversario, y por otra los medios de comunicación, en los cuales los periodistas han devenido en activistas, promotores o azuzadores,  es decir, no se limitan a informar sino que toman partido por una de las causas, abierta y desvergonzadamente.

Punto aparte es el abuso descarado de la mentira que se acepta y difunde de manera natural. Una que está en boga es la que llama "golpistas" a los parlamentarios que votaron por la vacancia de Martín Vizcarra por corrupción y receptor de coimas. Un proceso constitucional legítimo, que inclusive culminó con la presidencia de Francisco Sagasti luego del breve periodo de Manuel Merino, es deformado llamándolo "golpe de Estado" y a sus protagonistas "golpistas". Es la necesidad lógica de construir un enemigo.

El Perú atraviesa por un pésimo momento. Pero recordemos. Esta situación no solo es responsabilidad de los políticos sino tambien de un amplio margen del tejido social: academia, medios de comunicación, empresarios, entre otros. 

Ingresamos así a una recta final electoral en la cual el peligro no solo proviene de la pandemia del coronavirus Covid19 sino de algo peor: la incapacidad de entendernos como sociedad.